El Espíritu Santo: de principio a fin

Cuando miras de cerca, empiezas a ver que cada página de la Biblia —de principio a fin— está impregnada del Espíritu Santo. Desde los primeros versículos del Génesis, incluso antes de que Dios comenzara a crear el cielo y la tierra, leemos que «el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas» (Génesis 1:2). Y en los versículos finales del Apocalipsis, la Biblia cierra con el Espíritu Santo invitando a la humanidad a acercarse a Jesús (Apocalipsis 22:17-21).

El soplo bendito

En el hebreo original la palabra para «Espíritu Santo» es רוח הקודש (Ruaj Hakodesh), literalmente significa: «el soplo bendito». Sin embargo, judíos y cristianos no ven a Dios precisamente como un hombre de gran tamaño que sopla desde el cielo con sus fosas nasales. ¿Qué quiere decir ese «soplo bendito»? Al ser tan abstracto, este concepto se explica mejor por oposición, es decir, definiendo primero lo que no es.

Los secretos de las Escrituras

 El opuesto directo del Espíritu Santo se encuentra en la historia del derrocamiento de David por parte del rey Saúl: «Como el espíritu del Señor ya se había apartado de Saúl, un espíritu maligno רוּחַ-רָעָה (ruaj raa) de parte del Señor lo atormentaba constantemente» (1 Sam. 16:14). Saúl se vuelve cada vez más violento hasta que finalmente pierde el poder. El Espíritu Santo debe ser, entonces, la antítesis del espíritu maligno. Es el aura pacífica, digna y gentil que rodea a quienes han sido bendecidos por Dios. ¡Inscríbete hoy! en nuestro curso de Hebreo Bíblico online y aprende a ir más allá con los secretos ocultos de las Escrituras.